"These days there’s so much paper to fill, or digital paper to fill, that whoever writes the first few things gets cut and pasted. Whoever gets their opinion in first has all that power". Thom Yorke

"Leer es cubrirse la cara, pensé. Leer es cubrirse la cara. Y escribir es mostrarla." Alejandro Zambra

"Ser joven no significa sólo tener pocos años, sino sentir más de la cuenta, sentir tanto que crees que vas a explotar."Alberto Fuguet

"Para impresionar a las chicas de los 70 tuve que leer a Freud, Althusser, Gramsci, Neruda y Carpentier antes de llegar a los 18. Para seducir a las chicas de los 70 me hice especialista en Borges, Tolstoi, Nietzsche y Mircea Elíade sin haber cumplido los 21. Menos mal que ninguna me hizo caso porque entonces hoy sería un ignorante". Fernando Iwasaki


jueves, 23 de julio de 2015

Sala de espera: "Reinos" de Romina Reyes

Gran parte de lo mejor que se está  escribiendo en la narrativa latinoamericana actual proviene, sin duda alguna, de tierras chilenas. Conocido por ser un país de poetas, en los últimos años ha sido una vitrina de buenos exponentes de cuentos y novelas. Zambra, Bisama, Zuñiga, Costamagna, Jeftanovic, entre otros. A ellos habría que añadirles un nuevo nombre: Romina Reyes (Santiago, 1988).  Reinos  es su primer libro. Un cuentario galardonado con el Premio Mejores Obras Literaria Inéditas 2013 del Consejo Nacional del Libro y la Lectura chileno. Sí, es típico que uno por lo general empiece escribiendo cuentos. Es en ese tipo de libros donde empiezan a germinar los demonios con los que probablemente va a combatir el autor toda su vida. Donde están los primeros miedos e intereses. Donde se empieza a perfilar la voz que se espera que sacuda el mundo de la literatura. Reyes bosqueja en este libro las angustias de ser un joven clasemediero cuyos problemas han pasado de la sobrevivencia física, al vacío existencial. A bordear los límites de la perdición y ahogarse en un océano de confusión. A vivir esperando una señal que indique que ya, ya podemos desahogar todo aquello que le carcome a uno el alma.  Y convertirnos en artífices de un destino menos angustiante y ya no seguir soñando que sea alguien más quien nos indique la salida de la sala de espera en la que al parecer se ha estacionado la vida.

Julio

Han pasado muchas cosas y, quizá, siguen pasando. Sofía está bien o está igual, ya no sé. Hace un mes que todo me parece lo mismo. Me cansa la clínica. No se puede hacer nada porque no hay nada nada que se puede hacer. Solo esperar a que pase algo. Así empieza este primer  cuento. Uno de los mejores del libro. Julio es un padre de familia con un hijo en casa, y otro esperando  conocer el mundo, mientras su madre, Sofía, está internada en la clínica a puertas de darlo a luz.  Mientras espera, Julio escribe un diario donde empieza a manifestar su soledad, su desencanto y sobre todo su impotencia. Ya no siente afecto. Ni para darlo ni para recibirlo. Llega al punto de materializar y desechar a Sofía en su interior pues la lejanía no sólo se vuelve física sino emocional. (En estos momentos extraño a Sofía. Extraño su cuerpo, sus olores, el aire que sale de su boca. Ahora Sofía es sólo un nombre.)(Sofía nunca me pareció exactamente bonita, pero sí interesante. Ahora me parece sólo lo que es: una mujer gorda en la cama de un hospital.) Llega al punto de adoptar un erizo que pueda brindarle ese calor humano que nadie más parece dispuesto a darle. Y bueno, tampoco es que él haga mucho mérito. Incluso empieza a desmoralizarse hasta que conoce a su nuera. Hoy me miré en el espejo. Miré mi guata. Estoy peludo y gordo. No pensé que acabaría así, aunque no soy viejo, pero tampoco soy joven. Empieza a confundir las cosas. Ya no sabe distinguir qué es real y que es onírico. El final sólo será la consecuencia inevitable de una bomba que había estado en cuenta regresiva desde que Sofía entró al hospital. O  más bien, desde que Julio empezó a perderse en sus dudas.

La Karen

En el fondo la gente es triste. El cuento más breve del libro trata el proceso de cómo (no) sobrevivir a la inevitable sensación de melancolía cuando una relación se ha extinguido. A cómo uno se enfrenta al cambio mientras lo van atrapando sensaciones de angustia y arrepentimiento. Cómo la tristeza busca canales a través de los cuales pueda salir y abandonar un alma rota.  Y sobre todo, cómo todo lo anterior lleva a la germinación de un veneno capaz de extender sus efectos a quienes nos rodean. (Entonces comenzó un relato, una historia breve pero llena de frases que transitaban en esos buenos años que siempre son años que ya pasaron, o años que ya no existen, o años habitados por personas desaparecidas que mantienen el nombre y la cara pero ya no siguen ahí).

Geert Lehman/Los gringos

Dividido en dos partes, el tercer cuento de Reinos aborda el tema de los contrastes. Contrastes en la nacionalidad,  en la forma de sentir, en el contexto que lo rodea a uno. Ello se ve en líneas como estas: Lehman dijo que allá en Dusseldorf vivía con su madre y  dos hermanas; Díaz, que la gente con la que vivía le parecía sólo un personaje que cambiaba la cara constantemente. Lehman dijo que allá el frío te acuchillaba y Díaz, que acá el frío era sólo otro estado del calor. Lehman le habló del Rihn y Díaz, del Mapocho. Lehman quería saber si era chileno, si era posible ser chileno. Díaz le respondió que para todo escenario, ser chileno era una mentira. Llega a cuestionarse todo lo que uno va aprendiendo como fijo e inamovible. Incluso Reyes se da maña para atacar el chauvinismo, un mal no exclusivo de Chile por cierto. A Dusseldorf lo conozco porque unos chilenos ganaron ahí un torneo de dobles, ¿te acordái? El 2003 parece que fue. Da lo mismo, es un torneo de mierda, pero cuando no hai ganao guerras ni hai ganao mundiales ni hai ganao olimpiadas ni hai ganao un Oscar y no le hai ganao a nadie, cualquier hueá sirve. Ello a través de un personaje como Geert, alemán o chileno, ni él mismo sabe que significa cada uno de ellos. (Cuando Nicolás giraba para traducirle algunas de las cosas, Geert optó por perderse en la soledad de su idioma, donde tenía más palabras que cosas para nombrar.) . Y no sólo él. En este cuento, todos se tambalean en una frontera que más allá de lo físico, se torna mental. (Me dijo que era de Puerto Montt y lo hizo de una manera que me hizo creer que para Nico había algo malvado en vivir en esta ciudad o que era heroico venir de la provincia)

Larvas.

¿Qué pasa si al querer abrazar el destino uno siente que la piedra que lo ata al pasado es demasiado fuerte para seguir intentándolo? En este relato, dos personajes se encuentran pero nunca llegan a conocerse del todo. Cada uno carga con una mochila tan pesada que les es imposible comprenderse el uno al otro, pero ello no les impide conectarse de una u otra manera. (¿Quién era ella? Nunca podría responder a esa pregunta con claridad.). Son seres que no han tenido las mejores familias cuyos fantasmas no paran de atormentarlos. (Una noche escuché a mi mamá gritarle a mi papá lo más triste que le oí nunca: que ni para el sexo servía.) Y que van desencantándose de la vida. Como si fueran cadáveres que caminan como zombies, sin metas u objetivos. (Al final esos gatos chicos nacieron para nada, ¿o no?) Un abuelo con un extraño secreto. Un padre que sólo vive para embriagarse. Una madre que se ha acostumbrado a sufrir. Todos los personajes están dañados. Son larvas que nunca llegan a mostrar su mejor rostro. Sólo a rodearse de otros de su misma especie para no ahogarse en la inmundicia en la que les ha tocado vivir. (El día veintiuno me di cuenta de que ya estábamos acostumbradas. A las larvas, a las moscas y a todo en realidad).

Ana y el resto

A Ana le ha tocado vivir esperando. Esperando que algo bueno llegue a su vida, que ha sido una triste seguidilla de relaciones fracasadas. Apenas iluminada por luces fugaces que no duran. (Pero yo todavía no soy un cadáver y de pronto pienso que si lo fuera, me sentiría un fracaso, como si en mi vida no hubiera hecho nada que valiera la pena. Lo pienso y se lo digo a Richard quien me mira con los párpados arrugados y los ojos medio abiertos o medio cerrados, pero no de sueño, sino como si estuviera ajustando la mirada para comprender bien lo que estaba sucediendo.).Que vive cuestionando los motivos de su existencia y  los motivo para seguir intentando mejorarla. Desamparo. Es lo único que parece fijo en su vida. (Últimamente pienso mucho en esto, en todas las formas en que podría morir por salir a caminar. A veces me pregunto si alguien más pensará las cosas que yo pienso y concluyo que nadie o casi nadie, lo que no sé si es bueno o es malo.). Nadie parece con la intención de querer salvarla. De tirarle un salvavidas. (Nunca me llamó ni me escribió, y aún a veces yo espero que lo haga. Entonces pienso que yo tenía razón, que quizá todo el mundo estaba conectado menos nosotros. Pero ni siquiera puedo encontrar una forma de decírselo.)( A veces me parece respetable conformarse. Debe ser desgastante vivir pensando que hay que esperar algo, como si la vida estuviera en otra parte.) Como si esto no fuera lo verdadero. Que es sólo una sala de espera para lo mejor que está por llegar. (-¿Y qué pasa en tu historia?-Alguien se va y la otra persona se queda esperando. Eso es todo).

Reinos

El cuento que a mi parecer está más cargado de pasión y violencia. De brutalidad y golpes. Golpes no sólo físicos sino emocionales. Una vorágine brutal cuyos efectos llegan a la cabeza del lector que es paseado por la pluma de Reyes a través de las historias de Sofía y Alejandra. Un reino terrible y lleno de espanto. Un cuento donde hay una extraña forma de querer. (Qué terrible debe ser no tener que hacer otra cosa que pensar. ¿En qué pienso yo ahora? Pienso: todos tienen formas distintas formas de querer. Pienso que está bien, que es cosa de acostumbrarse o de sólo contemplar para tratar de entenderlo. Pienso que es eso, que todos tienen, todas tenemos distintas formas de querer. Pienso que el cariño es una elección, como la política, los amigos o el equipo de fútbol. En fin.) Pero también una monstruosa forma de desahogarse. (Y entonces pienso en la perra, en la rabia y en la muerte. Y luego en Sofía, en ese exacto orden.)

Romina Reyes. Una autora que si sigue escribiendo así, promete regalarnos muchas horas de agradable lectura. No es una joven promesa. Es una realidad.


+Sobre la autora:

Romina Reyes Ayala (Santiago, 1988). Es periodista de la Universidad de Chile y autora del libro de relatos Reinos(2014), por el cual el 2013 obtuvo el primer lugar en Mejores Obras Literarias Inéditas del Consejo Nacional del Libro y la Lectura. Ha trabajado en The Clinic Online, Las Últimas Noticias y está a cargo de la columna Letras y Palabras de Revista Caras.

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