"These days there’s so much paper to fill, or digital paper to fill, that whoever writes the first few things gets cut and pasted. Whoever gets their opinion in first has all that power". Thom Yorke

"Leer es cubrirse la cara, pensé. Leer es cubrirse la cara. Y escribir es mostrarla." Alejandro Zambra

"Ser joven no significa sólo tener pocos años, sino sentir más de la cuenta, sentir tanto que crees que vas a explotar."Alberto Fuguet

"Para impresionar a las chicas de los 70 tuve que leer a Freud, Althusser, Gramsci, Neruda y Carpentier antes de llegar a los 18. Para seducir a las chicas de los 70 me hice especialista en Borges, Tolstoi, Nietzsche y Mircea Elíade sin haber cumplido los 21. Menos mal que ninguna me hizo caso porque entonces hoy sería un ignorante". Fernando Iwasaki


lunes, 15 de junio de 2015

Fracaso y desamparo: “Insensatez” de Horacio Castellanos Moya

Los lectores siempre estamos tomando riesgos. Cogemos y leemos libros como quien está a punto de empezar una carrera. Empezamos a leer esperando que suene ese disparo que nos indique que la obra merece que nos sumerjamos en ella sin más espera. Algunas veces tarda tanto que llegamos molestos. Otras veces ni siquiera llega y abandonamos el libro como quien siente que ha sido estafado. Pocas son las veces que el disparo llega rápido y empezamos la carrera con gusto. “Insensatez” es uno de esos casos.

Yo no estoy completo de la mente. Con esta frase sencilla en apariencia pero con un mensaje poderoso, comienza la novela de Castellanos Moya. Desde ahí ya se nos va anunciando (lo que se comprobará a lo largo de la trama) la sensación de vacío y ausencia que rodea a los principales personajes. Más allá de posibles  acercamientos a diversos temas como la violencia o la impunidad, lo que termina imperando en esta obra es ese fracaso que va rodeando al protagonista que se siente incompleto y desamparado. Extranjero en cualquier circunstancia. Algo tan universal, que rompe con cualquier intento de minimizar el sentido de esta novela a  una motivación extraliteraria (como el de insertarse en una problemática social tanto sólo para ganar lectores).

El narrador de esta novela es un hombre paranoico y perturbado, un ateo vicioso al que irónicamente la Iglesia Católica le ha encargado la revisión y documentación de los testimonios de las víctimas de la más cruda violencia en un tercermundista país centroamericano. Sin saber la envergadura del trabajo que ha aceptado, este comienza con sus labores interesándose en un primer momento por detalles como la construcción sintáctica de las frases (disparando contra aquellos que no son capaces de sensibilizarse por la magnitud de tragedia y sólo la usan como plataforma para fines egoístas) y la poesía que parece encontrarse contenida en ellas, mientras empieza a buscar distracciones que no lo derriben emocionalmente, como el calor de una mujer o el placer del alcohol en los bares que rodean su centro de trabajo. Unas peleas con  los funcionarios locales complementan una primera parte donde ya empieza a germinarse lo que será el núcleo de esta novela: la entrada a una pesadilla de la que parece que nunca despertará .

Esta pesadilla a la que me refiero no es más que la locura que empieza a desestabilizar al protagonista. Desestabilización que se deriva de la imposibilidad de comprender en su totalidad el horror mencionado en los testimonios de los indígenas que estudia el protagonista. Durante el relato, Castellanos Moya se da maña para hacernos comprender en todo momento, que por más que se aproxime, cualquier sufrimiento que padezca el protagonista será mínimo ante la gravedad del que se encuentra en las manifestaciones de las víctimas que estudia.  Somos testigos del fracaso del narrador al momento de continuar de forma constante la tarea que se la ha encargado (las constantes pausas no son gratuitas), su fracaso al momento de establecer una relación tanto sentimental como sexual (con una magnífica escena en la que la atmósfera de tristeza descrita suena tan verosímil que hay el peligro de que el lector también sea víctima de esta), el fracaso al enfrentar a los enemigos que cree que están  a su acecho, entre otros que se van develando.  Y ello conjugado con el impacto que va teniendo su trabajo en el espíritu del protagonista. Es capaz de imaginar las escenas terroríficas, ya sea como víctima o victimario y captar ciertas sensaciones , pero no por completo.  Siempre hay algo que lo aleja de la comprensión total.

Su condición de foráneo, como ya mencioné, persistirá como manifestación de la imposibilidad de encontrar un vínculo duradero con algo. Esa constante expulsión de todos los lugares en los que se encuentra, ya sea de forma voluntaria o no, expresa su imposibilidad de estabilizarse emocional o físicamente, siendo la peor la emocional. Porque como se menciona en cierto momento, el infierno es la mente y no la carne. Ello lo lleva a comprender que su infierno termina siendo personal. Que sus angustias emanan temores individuales. Y que el dolor es una facultad del hombre que no puede ser compartida por otro en su integridad. Nadie es capaz de asumir el sufrimiento de otro. Y es cuando se llega a ese punto que la más terrible de las soledades comienza a arrasar con uno.

Entre líneas, Castellanos Moya se da tiempo para lanzar sus dardos a ese tipo de libros que intentan representar “fielmente” lo que fue el horror causado por la guerra. A través de un protagonista que revisa documentos, parece indicarse que los demonios que rodean a un novelista que se inmiscuye en estos tipos de temática siempre serán los propios. Las palabras tienen un gran poder, pero parecen sucumbir ante el intento de representar de forma universal las consecuencias de una guerra. Es mejor enfocarse en ciertos aspectos para comprender la génesis del problema.

En “Insensatez”,  a pesar de que el conflicto armado ya tuvo un final para la Historia, el horror no se ha acabado. Persiste y evoluciona en formas más sofisticadas y psicológicas, lo cual termina siendo más peligroso.  Un horror que ataca a la mente antes que al cuerpo. Y es ese el que causa más daño porque persiste en las sociedades y se repite cada cierto tiempo.

Este libro  ha sido una grata sorpresa entre mis últimas lecturas. Ojalá usted  decida arriesgarse con esta obra también,



+Sobre el autor:

Horacio Castellanos Moya nació en Tegucigalpa, Honduras, en 1957. Criado en El Salvador, ha vivido en Ciudad de México y otras ciudades hispanoamericanas. De 2004 a 2006 residió en Frankfurt, como escritor invitado por la Feria Internacional del Libro. También ha sido escritor invitado en la Universidad de Tokio y actualmente imparte clases en la Universidad de Iowa. Es autor de diez novelas, traducidas a diversos idiomas, y la versión en lengua inglesa de Insensatez mereció el XXVIII Northern California Book Award 2009. En El sueño del retorno, Castellanos Moya retoma ciertos personajes y episodios aparecidos en algunas de sus novelas anteriores, tejiendo así su particular universo literario, en el que refleja de manera magistral la complejidad del ser humano ante el poder y la violencia, describiendo como pocos el humor, la obsesión y la angustia.

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